domingo, 13 de febrero de 2011

Ponencia S.E. Mons. Ramón Benito De La Rosa y Carpio

Intervención S.E. Mons. Ramón Benito De La Rosa y Carpio
Arzobispo Metropolitano

Cena Diálogo Acción Callejera-Fundación Educativa, Inc.
“Responsabilidad Social: Un Concepto”
Salón Maguá, Hotel Gran Almirante
Santiago de los Caballeros, República Dominicana
Septiembre 22 del 2006

RESPONSABILIDAD SOCIAL: DEL YO AL NOSOTROS

INTRODUCCIÓN

La presente reflexión hizo parte, junto a otros disertantes, de una cena diálogo organizada por “Acción Callejera-Fundación Educativa” de Santiago sobre el tema “Responsabilidad Social.

I. SIGLO XX

A lo largo del siglo XX, prácticamente hasta la década de los 80, el tema de “la responsabilidad social” era candente y explosivo. Se expresaba en el ansia de una mayor justicia social y distribución de las riquezas.

Los comunistas lo defendieron de un modo radical y absoluta, promoviendo una revolución universal al respecto: el capitalismo explotaba de manera inmisericorde al ser humano y no tenía ningún sentido social. Había que eliminar la propiedad privada y todo debía pasar a manos del Estado para una equitativa distribución de las riquezas y servicios. El modelo creado en la Unión Soviética con estos fines se derrumbó definitivamente en 1989.

Igualmente los diferentes socialismos insistían, de una u otra manera, en la responsabilidad social frente a los bienes.

La Doctrina Social de la Iglesia, por su parte, era crítica, también, del capitalismo voraz y egoísta y afirmaba, con palabras de Juan Pablo II, que “sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social” (en Puebla, Méjico, 1979). Por su aceptación de “la propiedad privada”, los comunistas tildaron esta enseñanza de “capitalista”; y por su afirmación de la responsabilidad social de toda propiedad los capitalistas la tildaban de “comunista”.

Poco a poco, estos clamores de demandas de una justicia social y de una mejor distribución de las riquezas, que no eran más que el grito de “una mayor responsabilidad social”, se fueron apagando, no lograron las metas que se propusieron, la brecha entre ricos y pobres fue creciendo y la calidad de vida de la mayoría fue disminuyendo.

2. TEMA DE ACTUALIDAD

Afortunadamente el tema de la responsabilidad social está de nuevo sobre el tapete y me atrevería a decir que de moda, por múltiples razones. He aquí algunas:

a) Por miedo. Muchos ricos y poderosos ven amenazadas sus riquezas y poder, precisamente por la brecha creciente entre ellos y los más pobres. Saben que la desigualdades son muy grandes y que los de este lado del abismo pueden más tarde o más temprano saltar la brecha y arrebatarles sus muchos bienes acumulados. Van cayendo en la cuenta de que sin “una responsabilidad social” no pueden salvar fortuna y poder. El temor les impulsa a propiciar actualmente una clara política al respecto.

b) Por estrategia. Empresarios hay que montan empresas más humanas y solidarias, porque así sus empleados y trabajadores son más productivos, tienen un mayor rendimiento económico.

En esa misma línea, se pueden colocar ciertas cooperaciones internacionales: países que dan ayudas como una inversión más para mejorar las relaciones económicas; o las dádivas del llamado “clientelismo político”, con el fin de captar simpatías y votos; o las obras sociales de algunas empresas, ONGs e incluso grupos religiosos, cuyo fin último es un interés personal, económico, clientelismo o proselitista.

Se trata en todos estos casos más de una manipulación de la responsabilidad social o de una mercadotecnia social que de una auténtica responsabilidad social frente a los demás.

c) Por convicción. La responsabilidad social, por convicción, surge, fundamentalmente, de una visión de las cosas y del ser humano, según la cual todos los bienes creados o producidos son patrimonio de todos y en la que el ser humano es mirado como centro del cosmos y viviendo no aislado sino en relación con los demás. El empresario, por ejemplo, en esta visión se ve como altamente productivo de riquezas, plenamente humano y socialmente responsable. El político, a su vez, se descubre como un administrador de los bienes públicos para el bien común, no como el dueño absoluto, que los reparte a su antojo de manera corrupta.

Valga citar al respecto el siguiente párrafo del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, # 6: “La humanidad comprende cada vez con mayor claridad que se halla ligada por un destino único que exige asumir la responsabilidad en común, inspirada por un humanismo integral y solidario: ve que esta unidad de destino con frecuencia está condicionada e incluso impuesta por la técnica o por la economía y percibe la necesidad de una mayor conciencia moral que oriente el camino común. Estupefactos ante las múltiples innovaciones tecnológicas, los hombres de nuestro tiempo desean ardientemente que el progreso esté orientado al verdadero bien de la humanidad de hoy y del mañana”.

Hay que decir que, en el fondo, todo hombre o mujer, aunque sea de manera vaga e implícita, tiene idea de una responsabilidad social, aunque no la ponga en práctica o la manipule para su propio provecho por miedo o por estrategia.

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