sábado, 19 de febrero de 2011

Citas Almuerzo Diálogo

"O nos quedamos contemplando el paso moribundo de nuestro cuerpo social en cada niño desvalido, en cada injusticia, o damos un paso al frente y asumimos un compromiso con nosotros mismos para ser mejores ciudadanos y de trabajar en los escenarios en que desenvolvemos nuestras vidas para alcanzar una sociedad mas justa, democrática, participativa, más igualitaria, más solidaria."
- Aura Celeste Fernández

Citas Almuerzo Diálogo

"La conciencia no tiene ideología. Se tiene o no se tiene."
- Ana Vilma Albanez de Escobar

Ponencia Dr. Fernando Savater

Intervención Dr. Fernando Savater
Reconocido filósofo y escritor español

Almuerzo Diálogo Acción Callejera-Fundación Educativa, Inc.,
"Educación y Democracia"
Salón Maguá, Hotel Gran Almirante
Santiago de los Caballeros, República Dominicana
Septiembre 04 del 2009




Ponencia Dr. Miguel Ceara Hatton

Intervención Dr. Miguel Ceara Hatton
Director, Oficina de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas

Almuerzo Diálogo Acción Callejera-Fundación Educativa, Inc.,
"Inversión Social y Desarrollo Humano"
Salón Maguá, Hotel Gran Almirante
Santiago de los Caballeros, República Dominicana
Septiembre 10 del 2008





domingo, 13 de febrero de 2011

Ponencia Dra. Rosario Espinal

Intervención Dra. Rosario Espinal
Departamento de Sociología, Temple University, Filadelfia

Almuerzo Diálogo Acción Callejera-Fundación Educativa, Inc.,
"Inversión Social y Desarrollo Humano"
Salón Maguá, Hotel Gran Almirante
Santiago de los Caballeros, República Dominicana
Septiembre 10 del 2008







Del círculo vicioso al círculo virtuoso

Mucho se habla de la importancia de la inversión social para fomentar el desarrollo humano, pero alcanzar este desarrollo supone una carrera ardua.

En República Dominicana, los problemas son evidentes, el diagnóstico preocupante y las soluciones complejas.

Sin dudas, el desarrollo humano es crucial para la dignidad humana y, en una sociedad moderna, el término adquiere atributos especiales. Además, el costo económico para lograrlo es alto.

Hace 100 años, e incluso menos, era posible tener hijos para que se criaran y dedicaran a la labor agrícola.

No tenían que ir a la escuela, los servicios de salud eran domésticos, y la mortalidad infantil, materna y adulta era alta.

Hoy día no es posible sostener ese sistema porque la sociedad exige mejores condiciones de vida: alimentación, educación, vivienda, transporte, recreación, etc.

Son derechos que la humanidad ha ido adquiriendo a través de los últimos siglos, en tanto las sociedades se han ido democratizando.

Hay acuerdo a nivel mundial y nacional en la necesidad de lograr esos objetivos.

Toda la población desea el bienestar y demanda que se establezcan mecanismos y oportunidades para lograrlo.

Pero hay grandes desacuerdos sobre cómo lograrlos, o por lo menos, no siempre hay correspondencia entre lo que se expresa como deseo y lo que se hace.

Tres preguntas ayudan a comprender los desacuerdos que surgen respecto al tema de la inversión social y el desarrollo humano.

¿Quién debe hacer la inversión social?
¿Cuánto debe invertirse?
¿En qué debe invertirse?

En los países más ricos, el tema es ampliamente debatido, pero es más fácil lograr acuerdos y establecer programas sociales, porque hay mayor disponibilidad de recursos y voluntad política.

Pero cuando los recursos son pocos en relación con las necesidades de la población, como es el caso dominicano, los desacuerdos y la magnitud de los problemas son mayores. 

¿Quién hace la inversión social y cuánto se invierte?

Ponencia Lic. Irenarco Ardila Estupiñán

Intervención Lic. Irenarco Ardila Estupiñán
Fundador - Asesor, Acción Callejera - Fundación Educativa, Inc.

Almuerzo Diálogo Acción Callejera - Fundación Educativa, Inc 
“Impacto de la Inversión Social en el Desarrollo Económico"
Salón Maguá, Hotel Gran Almirante
Santiago de los Caballeros, República Dominicana
Septiembre 10 del 2008


INVERSIÓN SOCIAL Y DESARROLLO HUMANO
Los Niños y Adolescentes en situación de vulnerabilidad por su vinculación con la calle.

El informe Mundial sobre Desarrollo Humano del PNUD, año 2006, señala que el bienestar humano va más allá del ingreso per cápita. Existen otras dimensiones importantes.

El Informe llama la atención sobre tres de ellas que se estudian en el Índice de Desarrollo Humano: vivir una vida vaga y saludable, educarse, gozar de un nivel de vida digno.

Los niños adolescentes en situación de vulnerabilidad por su vinculación con la calle pertenecen al grupo que no aprueba el Índice de Desarrollo Humano. A ellos nos vamos a referir en la presente exposición, expresando:

Primero: Algunos aspectos generales de su situación
Segundo: ¿Por qué invertir en ellos?
Tercero: La habilitación como manera de encaminar la inversión.

Algunos aspectos generales de su situación

Los niños ya adolescentes son considerados un problema. Si se mira bien el asunto lo preciso sería decir que son una manifestación de un problema que existe en la sociedad.

En una investigación que se está llevando a cabo por parte de la Fundación, con el apoyo de la PUCMM, se han determinado 27 puntos de confluencia de los niños en la ciudad, 7 de los cuales pueden llamarse focos fuertes de referencia, no sólo por el alto número de integrantes sino por la intensidad de conflictos que allí se manifiestan y la mezcla heterogéneas de edades.

Sin duda como manifestación de la gravedad del asunto, detrás de cada niño existe una familia y una comunidad en serias dificultades.

¿Por qué invertir en ellos?

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, en un documento reciente señala que es una prioridad invertir en las personas, en general, y en la infancia en particular.

En el momento de señalar las razones para la inversión destaca tres argumentos:

El argumento ético, la inversión social como instrumento de implementación de derechos. Y por tanto de equidad.

El argumento económico, la inversión social como instrumento de cohesión social y gobernabilidad democrática.

Y, ¿Qué tanto invertir? La respuesta señala, hasta el máximo de los recursos disponibles para los Estados parte de Convención de los Derechos del Niño.

Y para los civiles hasta donde la compresión de los derechos nos señale, y generosidad de cada quien lo disponga.

La habilidad como forma de canalizar la inversión

Los niños y adolescentes poseen en su interior la potencialidad de desarrollarse, es algo inherente a la condición humana.

Para quienes, por las circunstancias de su medio, sus potencialidades quedan ocultas es necesario ofrecer apoyos que favorezcan la evolución de las múltiples riquezas interiores que poseen, que poseemos todas las personas. A ello se refiere la habilitación.

En la tarea de habilitar la población infantil y juvenil en extremo vulnerable por su vinculación con la calle, se ocupa la “Fundación Educativa Acción Callejera” a través de los diferentes programas que adelanta en algunos barrios de la ciudad: Cienfuegos, Yaguita de Pastor, Hato del Yaque; y a través de Programas en el área urbana centrar de Santiago.

Hoy estamos invitados a dialogar, a colocar a los niños y adolescentes de nuestra ciudad en el centro de nuestras preocupaciones para entender mejor la situación que ellos viven, y para canalizar esfuerzos, opiniones constructivas, acciones importantes.

Gracias por su presencia aquí en este día, por las acciones de apoyo que de aquí puedes generarse.

MUCHAS GRACIAS
Septiembre del 2008

Ponencia Lic. Ana Vilma Albanez de Escobar

Ponencia Lic. Ana Vilma Albanez de Escobar
Vice Presidenta República de El Salvador

Almuerzo Diálogo de Acción Callejera-Fundación Educativa
“Impacto de la Inversión Social en el Desarrollo Económico”
Salón Maguá, Hotel Gran Almirante
Santiago de los Caballeros, República Dominicana
Septiembre 13 del 2007



Agradezco a la Acción Callejera por esta invitación para conversar con ustedes, distinguidos participantes, acerca del Impacto de la Inversión Social en el Desarrollo Económico, la experiencia Salvadoreña.

Antes de comenzar, debo decirles que tengo una muy buena razón para aceptar su atenta invitación; y es que mi carrera política, corta aún, arranca en 1999 con una preocupación similar a la que ustedes abrazan.

Unas semanas antes de que el Ex Presidente Flores asumiera su cargo, lo encuentro en una fiesta y le expreso mi deseo de apoyar durante su gestión con un programa de ayuda a la niñez en situación de calle. El candidato entonces toma nota y una vez electo, me llama. Tomo un folder donde he apuntado algunas ideas del proyecto y corro a la casa de campaña.

¿Y qué creen que me propone? La Dirección del Instituto Salvadoreño del Seguro Social, la institución más controversial del Estado en aquel momento, no con uno, sino con dos sindicatos.

Regreso todavía en shock y mi marido apenas puede creer lo que le cuento. Al final, termino aceptando el cargo, pero en su primer encuentro con el Presidente, mi marido le dice: “si hubiera sabido que me ibas hacer esto, no voto por ti…”

Permítanme pues, felicitarlos de corazón por esta labor encomiable con la cual me identifico de corazón: el apoyo a la niñez en situación de calle.

¿De dónde venimos?
El Salvador es un país que ha sufrido transformaciones profundas. Es difícil pensar que hace menos de 20 años atravesamos una guerra interna, el colapso de nuestra infraestructura productiva, el rompimiento de nuestro tejido social, la adopción de una serie de políticas estáticas que pusieron freno a toda iniciativa empresarial.

Y además, quizás lo más importante, el origen de una migración, que hasta ahora no termina, en búsqueda del sueño americano. Esta migración ha significado para nosotros la fuga, en la persona el migrante, de talento humano, de capacidad y de espíritu emprendedor de audacia.

-Pero también ganamos-
Ganamos conciencia de que el país debía responder, no solamente a las necesidades de unos pocos, sino a las necesidades de las grandes mayorías. Ganamos conciencia de que vivíamos en un país que necesitaba experimentar una verdadera democracia…. Ganamos una libertad de expresión que nunca habíamos tenido. Ganamos conciencia de que no queríamos volver nunca más a una situación de guerra.

Y por último, ganamos, porque al despertar de la pesadilla, recuperamos la esperanza, y nos pusimos a trabajar arduamente para sacar adelante el país…en medio de las secuelas de una postguerra, por supuesto.

Admiro a mis hermanos Salvadoreños porque pareciera que siempre estamos dispuestos a enfrentar retos y adversidades, y es que lo Salvadoreños estamos conscientes de que para progresar debemos trabajar muy duro.

-¿Cómo inicia la recuperación?-
Posterior al conflicto, hace casi 20 años, surgió en nuestro país un grupo de salvadoreños progresistas, que buscaron identificar hacia donde debía ir El Salvador. Esta fue la reunión de la élite intelectual de la derecha, preocupados por el rumbo futuro del país. Y destaco ese compromiso que surgió de un grupo de actores sociales golpeados profundamente por la guerra.

Este grupo se convirtió en FUSADES, la fundación salvadoreña para el desarrollo económico y social, que tanta incidencia ha tenido en definir nuestra visión país, pero sobre todo, influyó en presentar como prioritario el tema que nos reúne esta tarde: la agenda social de El Salvador.

Como lograr un crecimiento económico sostenido para volvernos una sociedad más incluyente y más equitativa dentro de un esquema político de libertades.

Comenzó pues, no solamente a desarrollarse la conciencia social, sino también a gestarse la voluntad política de resolver con urgencia, la situación de pobreza que afligía al país.  Es decir, la guerra nos lanza a la cara la patética realidad de miles de salvadoreños. En ese momento el 60 porciento de salvadoreños se encontraba en situación de pobreza.

Con las iniciativas de FUSADES, comienza un manejo de país más ordenado. En 1985 FUSADES elaboró el primer diagnóstico de la situación económica de El Salvador conocido como “El Libro Dorado”.

En este se exponía con claridad, la situación crítica en que se encontraba nuestro país. El libro planteaba además, la urgente necesidad de realizar un ajuste estructural y el cambio de un modelo de sustitución de importaciones a un nuevo modelo económico basado en la apertura de mercados.  De todo esto, apuntando a generar crecimiento económico sostenido, para combatir la precaria situación social.

Una vez firmados los acuerdos de paz, se llevó a cabo el primer censo poblacional después de la guerra. (El quinto desde que iniciaron el Censo).

Ponencia de Don Manuel Arsenio Ureña

Ponencia de Don Manuel Arsenio Ureña
Presidente, Manuel Arsenio Ureña C. x A.

Almuerzo-Diálogo Acción Callejera - Fundación Educativa, Inc.
“Impacto de la Inversión Social en el Desarrollo Económico”
Salón Maguá, Hotel Gran Almirante
Santiago, República Dominicana
Septiembre 13 del 2007


Inicio agradeciendo a doña Milagros Féliz y a Manuel Ulises Bonnelly, Presidenta y Vicepresidente de Acción Callejera, respectivamente, el honor de invitarme a esta mesa redonda sobre la inversión social y el desarrollo, junto a tan distinguidos expositores. Hago extensivo este agradecimiento al Comité Provincial de Santiago de la Cámara Americana de Comercio, co-patrocinadores de este encuentro.

Debo aclarar de entrada que no soy un académico, ni mucho menos un experto en el tema. Creo que a doña Milagros se le ocurrió la idea de invitarme por la trayectoria que nuestras empresas y mi familia han tenido ayudando causas nobles. Lo que mencione aquí, es sacado de las vivencias y de las ideas que han guiado nuestra práctica social en todos estos años.

Los organizadores de la mesa redonda han sugerido que toque cinco temas, dentro de los 15 minutos que me han asignado. Permítanme enumerarlos:

1. La importancia de la inversión social en el desarrollo económico.
2. ¿Qué ha significado para nosotros la inversión social?
3. ¿Qué nos ha motivado a invertir socialmente?
4. ¿Se necesita mucho dinero para invertir socialmente?
5. Una exhortación a los empresarios a invertir socialmente

El primero y el último de los temas los trataré aparte, y los demás de manera conjunta.

Inversión social y desarrollo

Hablar sobre la importancia de la inversión social para el desarrollo económico, es como llover sobre mojado. El tema se ha debatido tanto, que ya nadie cuestiona la afirmación de que sin inversión social, no puede haber desarrollo.

La inversión social tiene que ver básicamente con el desarrollo del capital humano, y creo que nadie discute que un país no puede desenvolverse, ni económica ni socialmente, sin capital humano.

El capital humano atrae las inversiones, y las inversiones son el motor del desarrollo económico. Si hay capital humano, casi todo lo demás vendrá por añadidura.

Hay ejemplos de sobra sobre la diferencia que hace el capital humano. Siempre se cita a Japón como un país relativamente pequeño y sobrepoblado, con extrema escasez de recursos naturales, que es hoy la segunda potencia económica del mundo. La razón obvia de este desarrollo es su capital humano.

Los técnicos dicen que el capital humano se refiere al nivel de educación de la gente de un país, a la calidad de la educación y al nivel de salud, incluyendo, por supuesto, estar bien nutrido.

Tal vez cuando Japón logró los niveles de desarrollo que sacó a sus habitantes de la pobreza, era más fácil hacerlo que ahora. En este mundo globalizado, la diferencia entre avanzar y quedarse atrás es la competitividad, y ningún país puede ser competitivo sin capital humano. Es el comportamiento de sus habitantes y la productividad lo que hace grande a los países, y ambas cosas dependen de la educación y de la salud.

La inversión social la entendemos como lo que se invierte en desarrollar el capital humano; es decir, en educación y salud de calidad, básicamente.

Otra manera de mirar la relación entre el desarrollo y la inversión social, es la necesidad de un clima adecuado para los negocios, y los mismos podrán atraer y asegurar las inversiones que motorizan el desarrollo. Este “clima adecuado” no se refiere sólo a los asuntos legales, sino también a la seguridad ciudadana.

No hay muchos que se arriesgan a invertir donde la violencia se vuelve el pan de cada día. La exclusión social, como dicen los técnicos, para referirse a la falta de acceso a los servicios de educación, salud, justicia y a los procesos económicos y democráticos, es en definitiva un caldo de cultivo para la violencia. La inversión social para incluir a los excluidos, es una inversión en crear el clima adecuado para los capitales que crean riquezas y empleos.

El Seguro Familiar de Salud es un paso gigante, en el esfuerzo por crear las condiciones para el desarrollo del capital humano. Debemos esperar que funcione de la mejor manera posible, y estamos obligados a cooperar para que así sea.

También debe citarse como esfuerzo meritorio, la tarea que se ha emprendido desde la Presidencia de la República para incorporar a los jóvenes en lo que los técnicos llaman “la era digital”. Dominar este aspecto es hoy día un requisito imprescindible para que, como país, podamos ser competitivos en este mundo globalizado.

Pero también debemos admitir que aún queda un largo camino para mejorar la educación pública, para que pueda ayudar a sacar a los pobres de la pobreza. A pesar de que la República Dominicana ha avanzado en tantos aspectos en las últimas décadas, nos queda la sensación de que como país, no hemos hecho la tarea de mejorar la educación lo suficiente. Esto es un desafío para nuestros líderes y para nosotros los ciudadanos.

Algún día será necesario declarar al país en una especie de estado de emergencia, e invertir la mayoría de nuestros recursos y esfuerzos en rescatar la educación, apoyando a los alumnos, maestros y padres, con el fin de mejorar la educación y así responder a la necesidad de formar ciudadanos, para avanzar en un mundo globalizado y competitivo.

Aquí quisiera ir más allá de lo que dicen los técnicos y referirme a un aspecto, que a mi parecer, no se le presta la atención que merece. Me refiero al rescate de la autoridad de la familia. Si la familia no asume la responsabilidad de criar a sus hijos como es debido, se puede hacer la mejor inversión en la educación y poco cambiará. Da pena que una cantidad tan grande de familias, no tengan los medios ni la educación para cumplir con la tarea de formar a sus hijos. También hay muchos que en la práctica, ni siquiera tienen una familia ni mala ni buena. Un ejemplo son los niños en la calle y de la calle, con los cuales trabajan esos héroes casi anónimos como doña Milagros y su equipo. La inversión social tiene que apoyar instituciones y programas que se ocupen de la familia como la base de la sociedad.

Tal vez no estaría demás repetir, para cerrar este punto, que con baja inversión social, nunca podremos desarrollarnos y superar nuestros niveles actuales de pobreza material y no material.

Ahora paso a los tres puntos siguientes de la lista sugerida:

¿Qué ha significado para nosotros la inversión social?
¿Qué nos motivó a invertir socialmente?
¿Se necesita mucho dinero para invertir socialmente?

De partida, nosotros pensamos en la inversión social como el arma principal en el combate a la pobreza, que no es sólo pobreza de falta de ingresos, sino también es pobreza de falta de educación y de conocimientos.

Somos firmes creyentes en el principio de que la pobreza nos perjudica a todos. En cierto modo, la pobreza nos empobrece a todos.

Combatir la pobreza es un deber. Pero no es sólo una cuestión moral; también es un asunto con sentido práctico. Creemos, con muy poco temor a equivocarnos, que la solución de la pobreza, a través de la inversión social, es un buen negocio para todos. Mientras menos pobreza exista, más prosperan los negocios y más sentido tendrán las inversiones, y podremos disfrutar en paz de los bienes que con nuestro trabajo, hayamos adquirido.

En nuestro caso, el sentido práctico de combatir la pobreza ha estado claro, pero también ha primado la parte moral y la creencia en que hay algo más allá de este mundo.

La naturaleza y la sociedad nos han dotado de recursos productivos, que con nuestro trabajo, nos permiten crear riquezas. Compartir parte de las riquezas que creamos como empresarios, lo vemos como una obligación moral sin excusas.

Nosotros también creemos que estas oportunidades que aprovechamos para crear riquezas con nuestro esfuerzo, son un regalo de la Divina Providencia, y como tal, las riquezas que creamos tienen como fin beneficiar con oportunidades a los que no las tienen.

Por rutina, tendemos a pensar que la inversión social es una tarea del Gobierno. El gobierno es el principal responsable de la inversión social; pero el segundo lugar en responsabilidad, lo ocupamos nosotros los empresarios.

En una oportunidad anterior, nos tocó referirnos a un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, que mencionaba la persistencia de la pobreza en la República Dominicana, y expresaba a la vez, la preocupación por el bajo nivel de responsabilidad social que asumen los empresarios dominicanos.

Es seguro que aún hacemos muy poco, pero también es cierto que los ejemplos de responsabilidad social de empresas y empresarios dominicanos abundan. No obstante, podemos y debemos hacer mucho más.

El consorcio Manuel Arsenio Ureña, el cual presido, ha tratado, sin proponérselo, de ser ejemplo en el campo de la responsabilidad social. Y en cierto modo, hemos demostrado que es posible cumplir con esta responsabilidad moral, independientemente del tamaño de la empresa.

Siempre nos toca aclarar, para los que no nos conocen, que somos un consorcio mediano que no puede, de ninguna manera, igualarse a las grandes empresas del país. Es un conjunto de empresas que partió de la nada, aprovechando las libertades públicas de que hemos disfrutado en el país en las últimas décadas; y aprovechando también, el trabajo incansable de toda la familia y la austeridad personal.

Aún siendo relativamente pequeños, sentimos que hemos contribuido a fundar un futuro mejor para muchos de nuestros ciudadanos más necesitados, y con esto, creemos que estamos aportando un puñado de arena a la construcción de un país más próspero.

Lo hemos hecho, desde los inicios difíciles cuando partimos de la nada, hasta hoy en día, cuando ya somos un conjunto de empresas reconocidas. Por eso, afirmamos que el tamaño no es excusa; siempre se puede y se debe cumplir con la responsabilidad social que nos corresponde.

El cumplimiento de la responsabilidad social ya se ha hecho tradición en nuestra familia. Nosotros hemos financiado la alfabetización de grupos y de municipios enteros, tanto en nuestra región, como el sur del país. Financiamos también, jóvenes meritorios, incluyendo haitianos, cuya pobreza no les permitía seguir estudios universitarios.

Hemos comprado tierras, y en ellas hemos asentados familias en extrema pobreza, que trabajando esas tierras han salido adelante. También nuestras empresas han contribuido más allá de las posibilidades a la reforestación del país, y no hemos escatimado esfuerzos para crear empleos productivos, entre otras múltiples causas que ayudamos.

Por otro lado, también le prestamos nuestro tiempo y capacidad gerencial a instituciones sin fines de lucro, las cuales están haciendo un trabajo encomiable a favor del desarrollo social del país.

No lo hemos hecho para que nos reconozcan. Lo hemos hecho por nuestra creencia de que este país es de nosotros. Aquí nacimos, crecimos, hemos levantado nuestras empresas, hemos criado a nuestros hijos y aquí estamos criando a nuestros nietos.

Cuando invertimos socialmente, pensamos que estamos devolviendo a la sociedad una parte de lo que nos ha dado. Por otro lado, produce muchas satisfacciones personales saber que una persona que no leía, ya lee, que un joven se ha graduado de ingeniero, que una loma está cubierta de árboles y que una familia pobre se convierte en productora y supera la pobreza.

Para asegurar que esta tradición familiar perdure, mi familia acaba de formar una fundación con un patrimonio y unos reglamentos que aseguran la continuidad a los aportes antes mencionados.

Una exhortación a los empresarios

Debo repetir la afirmación de que eliminar la pobreza es un buen negocio para todos. Creemos que contribuye a ampliar el mercado y a crear un ambiente de mayor seguridad, aparte de que debe ser un deber moral.

La inversión social para construir un país con mejor capital humano, no puede ser una tarea sólo del gobierno. Nosotros los empresarios, también debemos asumir nuestro compromiso social.

Una forma que facilita el cumplimiento de este deber, es apoyar a las organizaciones voluntarias que día a día luchan por construir un país mejor, trabajando con los grupos más marginados de nuestra sociedad.

En las últimas décadas, en nuestro país ha surgido una larga lista de organizaciones voluntarias. Algunas más formales, como las ONG´s, y otras menos formales como las Juntas de Vecinos. Como todo en la vida, no todas estas organizaciones son defendibles, pero la mayoría hacen un trabajo heroico a favor de la gente más necesitada.

Santiago es un ejemplo de buenas organizaciones voluntarias. Entres estas, quiero mencionar otra vez a Acción Callejera, que se ocupa de los niños en la calle y de la calle, tratando de rescatarlos de los riesgos a que están expuestos viviendo sin hogar, sin alimentos y sin familia. Y que decir del trabajo que hacen las iglesias con los jóvenes y con la educación, incluyendo la capacitación en oficios. Estas organizaciones, generalmente trabajan con muchas precariedades, haciendo un trabajo del que nadie más se ocupa, con personal voluntario o pagado muy por debajo de sus habilidades.

Si tuvieran recursos, es mucho lo que esas organizaciones pueden contribuir, en la línea de hacer efectiva y eficiente la inversión social.

Ayudar a estas organizaciones es una oportunidad muy buena para que nosotros los empresarios, ejerzamos parte de nuestra responsabilidad social. Nuestra experiencia con estas organizaciones, es que cada semilla sembrada cae siempre en buena tierra, y como tal, da el ciento por uno.

Creo no equivocarme si digo que en Santiago y en el país, hay suficiente riqueza que compartir, apoyando a esas organizaciones para que puedan desenvolverse a plena capacidad, a favor del desarrollo social de nuestro pueblo.

También cabe pensar en la posibilidad de que se negocien alianzas entre estas organizaciones voluntarias, el Sector Privado y el Gobierno, para realizar inversiones sociales. El gobierno podría muy bien asignar contrapartidas a cada peso que done un empresario, para estas causas que promueven el desarrollo social. Estas negociaciones deben ser lideradas por los propios empresarios que tienen las conexiones necesarias para hacerlo.

Quiero concluir resumiendo, que sin inversión social adecuada, principalmente en educación, salud y en apoyo a las familias, no habrá desarrollo del capital humano, y sin desarrollo del capital humano, le podemos decir adiós a las esperanzas de que en este país podamos vivir en paz y sin extrema pobreza.

La inversión social no es una responsabilidad exclusiva de los gobiernos; es también una responsabilidad de las empresas y de los empresarios, no sólo por el lado moral, sino también, porque la solución de la pobreza es un buen negocio para todos.

MUCHAS GRACIAS
Septiembre del 2007

Ponencia Ing. Paulo Herrera Maluf

Intervención Ing. Paulo Herrera Maluf
Presidente-Director, Coach Consultores de Negocios

Almuerzo Diálogo de Acción Callejera-Fundación Educativa, Inc.
“Impacto de la Inversión Social en el Desarrollo Económico”
Salón Maguá, Hotel Gran Almirante
Santiago de los Caballeros, República Dominicana
Septiembre 13 del 2007 


Muy buenas tardes a todos y a todas,

Es para mí un honor indescriptible compartir esta tribuna con personalidades de la talla de la Sra. Vicepresidenta de El Salvador, la Sra. Ana Vilma Albanez de Escobar y Don Manuel Arsenio Ureña, ejemplo del ejercicio de la responsabilidad corporativa empresarial en la República Dominicana. Agradezco profundamente a Acción Callejera y a la Cámara Americana de Comercio por esta invitación que, repito, me honra como dominicano y como santiaguero.

Mi intervención de hoy consta de tres puntos muy breves. El primero de ellos trata acerca de la relación entre la inversión social y el desarrollo económico.

Sobre la relación entre la inversión social y el desarrollo económico:

Es claro que el desarrollo económico sin desarrollo social no es tal. Es una falacia. Un engaño envuelto en cifras macroeconómicas. En el mejor de los casos, el desarrollo económico y el desarrollo social deben ir de la mano; incluso puede llegar a decirse que el desarrollo económico sostenible es consecuencia – y no causa – del desarrollo social.

Esto lo hemos aprendido muy dolorosamente los dominicanos y las dominicanas. Según el Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) correspondiente al año 2005, la República Dominicana tiene a la vez el crecimiento económico promedio más alto y menos volátil, así como el segundo peor avance en términos de desarrollo humano de todo el hemisferio.

Esto quiere decir que sin una adecuada inversión social, el crecimiento económico sólo favorecerá a los sectores de la población más ricos. Y los favorece tanto que el promedio de la situación económica de la población mejora aunque la dispersión alrededor del mismo se haga mayor.

El economista Peter Bernstein solía decir, para explicar cuán engañosos pueden ser los indicadores promedio, que “por el hecho de que mis pies estén sobre una estufa encendida y mi cabeza en un refrigerador, no quiere decir que en mi ombligo la temperatura sea agradable”.

Es claro, entonces, que sin inversión social no hay, ni habrá, desarrollo económico auténtico ni sostenible.Paso ahora al segundo punto.

La inversión social: ¿asunto de dinero o de voluntad?:

Es claro, además, que la inversión social es un deber del Estado y de los gobiernos. El rol del sector privado es propiciar esa inversión, ejercer su función de “creación de beneficios” – que no es lo mismo necesariamente que creación de riqueza, dicho sea de paso – con responsabilidad social y fiscal y con apego a la ley.

El diseño y la implantación de políticas sociales, empero, es una responsabilidad del Estado.

Ahora bien, la inversión social depende más de una visión y de un compromiso auténtico con esa visión que de disponibilidad de recursos. Esto también lo hemos aprendido dolorosamente los dominicanos y las dominicanas. En los últimos treinta años, hemos sido testigos de cómo el Estado dominicano ha pasado de ser una entidad depauperada e indiferente a ser una entidad que dispone de recursos… e igualmente indiferente. El acceso a recursos – provocado por el crecimiento económico – no ha traído consigo políticas sociales incluyentes.

La articulación de una visión hacia la inversión social depende más bien de LA INTERACCIÓN Y LA TENSIÓN ENTRE LAS FUERZAS SOCIALES Y LOS GRUPOS DE INTERÉS CON LOS PODERES PÚBLICOS. Se pueden tener recursos – como es el caso nuestro en el presente, en el que el Estado dispone de suficientes recursos como para elaborar y sostener políticas sociales efectivas – pero sin presión y/o un sistema de consecuencias más o menos inmediatas, el sistema político – esto es, los políticos profesionales – difícilmente se ocuparán de ello.

Y he aquí el gran desafío dominicano: En condiciones de – en primer lugar – asimetría de poder entre las fuerzas sociales respecto de los representantes de turno de los poderes públicos y – segundo lugar – ausencia de contrapeso efectivo es SUMAMENTE DIFÍCIL LOGRAR QUE EL ESTADO SE OCUPE DE LA INVERSIÓN SOCIAL. AUNQUE SUS REPRESENTANTES DIGAN QUE QUIEREN, SIN UN SISTEMA SOCIAL QUE HAGA VALER EL CONTRATO SOCIAL, EL ESTADO SENCILLAMENTE NO ASUMIRÁ SU RESPONSABILIDAD DE HACER INVERSIONES SOCIALES DE IMPACTO A LARGO PLAZO.

Sin esa “tensión social” lo que sucederá es que los recursos en manos del Estado tenderán a volverse en contra del desarrollo social, porque tenderán a ser malgastados o, al menos, no serán invertidos sabia y eficientemente. Es como el cabeza de familia pobre, que al conseguir dinero lo utiliza en gratificaciones inmediatas – bebida, juego, ropas caras, un disco parabólico para el techo de su chabola – en vez de invertirlo en mejorar las oportunidades y las condiciones de vida objetivas de sus hijos e hijas.

Es la interacción entre las fuerzas sociales – que deben estar articuladas y hacer valer sus voces – la que termina “arrancando” al Estado el cumplimiento de su responsabilidad primordial.

Ahora paso al tercer punto.

¿Cómo arrancar la voluntad de hacer inversión social a los políticos profesionales?

No existen atajos. El camino hacia la inversión social y hacia el desarrollo económico comienza a partir de la presión articulada y plural de grupos de interés.

Y permítanme ahorrarles el suspenso. Sin presión del cuerpo social, nunca conseguiremos la cantidad ni la calidad de las inversiones sociales que requerimos para avanzar en el camino del desarrollo.

El compromiso para alcanzar esos niveles de inversión social – si bien la responsabilidad principal corresponde al Estado – es de todos. Después de todo, el Estado no es más que un reflejo de toda la sociedad.

Apéndice:
Artículos publicados recientemente por Paulo Herrera Maluf.

En nuestro propio aceite

El otro día fui testigo de una discusión entre amigos acerca de la naturaleza del capital social. La conclusión fue muy lógica: el capital social en sí mismo no es un facilitador automático del desarrollo. Es aquel capital social que apuesta por la democracia y que se organiza a favor de ella – aún sea desde una válida perspectiva de defensa de un interés específico – el que provoca el real avance de las sociedades.

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Ponencia S.E. Mons. Ramón Benito De La Rosa y Carpio

Intervención S.E. Mons. Ramón Benito De La Rosa y Carpio
Arzobispo Metropolitano

Cena Diálogo Acción Callejera-Fundación Educativa, Inc.
“Responsabilidad Social: Un Concepto”
Salón Maguá, Hotel Gran Almirante
Santiago de los Caballeros, República Dominicana
Septiembre 22 del 2006

RESPONSABILIDAD SOCIAL: DEL YO AL NOSOTROS

INTRODUCCIÓN

La presente reflexión hizo parte, junto a otros disertantes, de una cena diálogo organizada por “Acción Callejera-Fundación Educativa” de Santiago sobre el tema “Responsabilidad Social.

I. SIGLO XX

A lo largo del siglo XX, prácticamente hasta la década de los 80, el tema de “la responsabilidad social” era candente y explosivo. Se expresaba en el ansia de una mayor justicia social y distribución de las riquezas.

Los comunistas lo defendieron de un modo radical y absoluta, promoviendo una revolución universal al respecto: el capitalismo explotaba de manera inmisericorde al ser humano y no tenía ningún sentido social. Había que eliminar la propiedad privada y todo debía pasar a manos del Estado para una equitativa distribución de las riquezas y servicios. El modelo creado en la Unión Soviética con estos fines se derrumbó definitivamente en 1989.

Igualmente los diferentes socialismos insistían, de una u otra manera, en la responsabilidad social frente a los bienes.

La Doctrina Social de la Iglesia, por su parte, era crítica, también, del capitalismo voraz y egoísta y afirmaba, con palabras de Juan Pablo II, que “sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social” (en Puebla, Méjico, 1979). Por su aceptación de “la propiedad privada”, los comunistas tildaron esta enseñanza de “capitalista”; y por su afirmación de la responsabilidad social de toda propiedad los capitalistas la tildaban de “comunista”.

Poco a poco, estos clamores de demandas de una justicia social y de una mejor distribución de las riquezas, que no eran más que el grito de “una mayor responsabilidad social”, se fueron apagando, no lograron las metas que se propusieron, la brecha entre ricos y pobres fue creciendo y la calidad de vida de la mayoría fue disminuyendo.

2. TEMA DE ACTUALIDAD

Afortunadamente el tema de la responsabilidad social está de nuevo sobre el tapete y me atrevería a decir que de moda, por múltiples razones. He aquí algunas:

a) Por miedo. Muchos ricos y poderosos ven amenazadas sus riquezas y poder, precisamente por la brecha creciente entre ellos y los más pobres. Saben que la desigualdades son muy grandes y que los de este lado del abismo pueden más tarde o más temprano saltar la brecha y arrebatarles sus muchos bienes acumulados. Van cayendo en la cuenta de que sin “una responsabilidad social” no pueden salvar fortuna y poder. El temor les impulsa a propiciar actualmente una clara política al respecto.

b) Por estrategia. Empresarios hay que montan empresas más humanas y solidarias, porque así sus empleados y trabajadores son más productivos, tienen un mayor rendimiento económico.

En esa misma línea, se pueden colocar ciertas cooperaciones internacionales: países que dan ayudas como una inversión más para mejorar las relaciones económicas; o las dádivas del llamado “clientelismo político”, con el fin de captar simpatías y votos; o las obras sociales de algunas empresas, ONGs e incluso grupos religiosos, cuyo fin último es un interés personal, económico, clientelismo o proselitista.

Se trata en todos estos casos más de una manipulación de la responsabilidad social o de una mercadotecnia social que de una auténtica responsabilidad social frente a los demás.

c) Por convicción. La responsabilidad social, por convicción, surge, fundamentalmente, de una visión de las cosas y del ser humano, según la cual todos los bienes creados o producidos son patrimonio de todos y en la que el ser humano es mirado como centro del cosmos y viviendo no aislado sino en relación con los demás. El empresario, por ejemplo, en esta visión se ve como altamente productivo de riquezas, plenamente humano y socialmente responsable. El político, a su vez, se descubre como un administrador de los bienes públicos para el bien común, no como el dueño absoluto, que los reparte a su antojo de manera corrupta.

Valga citar al respecto el siguiente párrafo del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, # 6: “La humanidad comprende cada vez con mayor claridad que se halla ligada por un destino único que exige asumir la responsabilidad en común, inspirada por un humanismo integral y solidario: ve que esta unidad de destino con frecuencia está condicionada e incluso impuesta por la técnica o por la economía y percibe la necesidad de una mayor conciencia moral que oriente el camino común. Estupefactos ante las múltiples innovaciones tecnológicas, los hombres de nuestro tiempo desean ardientemente que el progreso esté orientado al verdadero bien de la humanidad de hoy y del mañana”.

Hay que decir que, en el fondo, todo hombre o mujer, aunque sea de manera vaga e implícita, tiene idea de una responsabilidad social, aunque no la ponga en práctica o la manipule para su propio provecho por miedo o por estrategia.

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Ponencia Dra. Aura Celeste Fernández

Intervención Dra. Aura Celeste Fernández R.
Directora, Escuela Nacional del Ministerio Público 

Cena Diálogo de Acción Callejera-Fundación Educativa, Inc.
"Responsabilidad Social: Un Concepto”
Salón Maguá, Hotel Gran Almirante
Santiago de los Caballeros, República Dominicana
Septiembre 22 del 2006

El Estado democrático moderno originalmente se construyó en base al reconocimiento progresivo de la condición de ciudadanos a cada vez mayores segmentos sociales.
Primero sólo se reconocían como ciudadanos los propietarios de bienes raíces, los comerciantes y los profesionales liberales. Luego, este concepto se fue ampliando y abarcó a la generalidad de los hombres.

Más cercano en el tiempo, se le reconoció la condición de ciudadana a la mujer.

Se llegó así a reconocer como ciudadanos a todos los nacionales, hombres y mujeres y jóvenes mayores de una determinada edad, en nuestro caso, 18 años.

En este primer momento la ciudadanía estaba limitada a la posibilidad de ejercer los derechos políticos y determinadas libertades: derecho de elegir, derecho de asociación, libertad de conciencia y de pensamiento libre. De tránsito, derecho a la vida, a la integridad física, entre otros.

A estos derechos y libertades políticas se le han adicionado los derechos sociales, como parte integrante de los derechos del ciudadano y ciudadana. Estamos hablando de los derechos sociales como el derecho al trabajo, a la salud, a la educación, a la seguridad social, a la vivienda. Más recientemente se incorporaron los derechos de tercera generación, como el derecho a un medio ambiente sano, a la cultura.

Los derechos Políticos son claramente exigibles al estado; la gran interrogante que nos plantean los derechos. De la segunda y tercera generación es si es al estado al que corresponde satisfacer los mismos o los mismos son exigibles a la sociedad. Es en este contexto que podemos asumir el concepto de responsabilidad social.

No es posible abordar la realización de este conjunto de derechos de segunda y tercera generación si no lo vinculamos al concepto de responsabilidad social.

Esto no significa ignorar o descargar al estado de su responsabilidad en la materialización de los derechos de segunda y tercera generación.

Es verdad que si el estado no interviene a través de una normativa adecuada, si no se articula una voluntad política en la dirección de estado, si no se definen estrategias y políticas públicas, si no se hace de la inversión social una prioridad, resulta imposible la satisfacción de los derechos sociales; es decir, que el estado tiene un rol fundamental y determinante en la materialización de estos derechos.

Pero resulta también evidente que sin un compromiso social de todos los sectores de la sociedad; sin una mejor distribución de las riquezas, sin la solidaridad social no es posible lograr una ciudadanía que además de tener los derechos políticos pueda satisfacer sus derechos sociales.

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